Tu cabellera infernal
se abre como abanico
sobre mi espalda desnuda
tus muslos de sal
se mezclan ferozmente con los míos
la noche nos vigila atenta
las estrellas desnudas
participan dichosas
de nuestra orgía colorida
una guitarra suena a lo lejos
alguien llora
las beatas se persignan
ante esta hoguera de cuerpos abiertos
adormecidos de amar,
a escondidas
horas, meses
siglos
y me río
me burlo del mundo
al saberte mia.
isabel
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